Resultados sin alcanzar… ¿detonantes de una serie de eventos desafortunados?

En la cultura organizacional colombiana se ha venido apuntalando la conciencia de que en la construcción de los resultados de la empresa participan todos los niveles. Inclusive algunas compañías bonifican posiciones que “aparentemente” tienen poco impacto en los resultados y han venido visibilizando la premisa que absolutamente todos los elementos de la organización son importantes e impactan positiva o negativamente las cuentas de la empresa. Si no se ha logrado capitalizar este esfuerzo realmente, por lo menos la predicación de este ideal ha venido en aumento. En algunos casos lo anterior ha conllevado a que se distribuya la presión organizacional por alcanzar los objetivos , aunque es clarísimo que es el cuerpo gerencial quien pone el pecho y lidera la consecución de lo propio, y que así como disfrutan de las mieles del éxito cuando se alcanzan, también sufren la pena por lo que no llegó o no ha llegado a ser.

Los períodos fiscales o de medición son realmente cortos; mediciones mensuales, trimestrales, semestrales y anuales hacen que la vida en las organizaciones se pase volando y que cuando menos se espera haya llegado el momento de rendir informes de gestión, o en otras palabras más castizas “pasar al tablero” y ser evaluado.

La dinámica del día a día y su velocidad, hace que de forma permanente los equipos estén viviendo el apremio por conseguir lo pactado, sin embargo cuando esto no se da se comienzan a desencadenar muchas veces una serie de eventos desafortunados que comprometen aún más la posición de la empresa, de su cuerpo gerencial y de todos los involucrados.

Es aquí y a este momento al cual se hace referencia, ¿Qué hacer cuando los resultados no se están dando? – Siendo esta una pregunta simple, más que obvia; pero con un grado de exigencia en su respuesta que podría sorprender al más letrado, no solo es un planteamiento que invita a la acción sino que exige que esta sea precisa y de impacto, que genere cambios (la recuperación del resultado entre otros) y que transforme la realidad que se está viviendo, eso sí, para llegar a alcanzar esta bondad casi divina, se debe tener claridad en lo que está pasando, cuál es la verdad verdadera de la situación, sin justificaciones, sin censuras, sin críticas, sin juicios y sin condenados, pues es natural que las organizaciones (que están conformadas por personas) traten primero de explicar o justificar lo que no está funcionando y que está comprometiendo el logro de los objetivos, es natural también que los involucrados hagan un esfuerzo dedicado a justificar y a plantear de forma bonita una serie de excusas, o a tratar de lograr la compresión del cuestionador o de buscar culpables en vez de realmente descubrir en qué se falló o en qué se está aún fallando.

Esta mala costumbre organizacional, conlleva a generar una dinámica muy negativa, ya que genera movimientos de ataque y defensa a nivel interno que traen consigo un desgaste adicional y evita tomar decisiones para corregir el rumbo de forma oportuna, no se puede olvidar que mientras se discuten banalidades o temas improductivos o de poco provecho el tiempo sigue corriendo.

Es un indicio de madurez en los equipos y en la organización cuando las responsabilidades se asumen para corregir y para aprender, cuando se detectan las deficiencias (ojalá a tiempo) y esto conlleva a un ajuste pronto del rumbo y a acciones encaminadas a recuperar lo necesario. Las organizaciones hacen parte de un ecosistema complejo, difícil de predecir, es posible que la empresa (repito: que son las personas) no esté haciendo mal las cosas sino que otro lo está haciendo mejor, otro que está proponiendo una ventaja competitiva más valorada, y que genera la preferencia del mercado o del cliente que al final es lo mismo.

Aliviar la presión del resultado solo se consigue con resultados, no hay otra manera, son los mismos resultados los que juzgan o no la fidelidad del discurso, un cambio en el cuerpo gerencial «per se» no corrige el rumbo, ni cubre la deuda en los resultados, tal vez da algo de tiempo y claro genera la creación de un mártir que pagó el precio de muchos, situación muy valorada por algunos en las altas direcciones.

Nuevamente es el cuerpo gerencial el responsable una y otra vez de planear el rumbo, generar las acciones de ajuste necesarias en el camino y de garantizar una ejecución impecable en cada uno de los roles que conforman la estructura organizacional, no es solamente llegar a buen puerto, es llegar al puerto indicado en los tiempos indicados, o como dice aquella famosa ranchera que tanto le gustaba a mi abuela » que no hay que llegar primero pero hay que saber llegar». Como esto tiene tanto de ancho como de largo, les adelanto nuevos escritos sobre el tema. ¿Que opinan?

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Mi objetivo es compartir mi pensar de manera respetuosa, mi forma de ver las cosas, escrito más con el corazón que con la técnica. Aunque aún continúo la búsqueda de oportunidades laborales decidí buscar que conozcan un poco más de mí a través de mis escritos, de mis reflexiones, sin filtros y sin pretensión distinta a intentar llegar a cada un@ de ustedes y de interactuar con mi red, de pronto tengo la fortuna que llegue a persona indicada en el momento indicado. Por esta razón valoro mucho sus opiniones y que me ayuden a difundirlo, su apoyo reflejado por medio de una recomendación, un comentario o el compartirlo con sus redes. Mil gracias de antemano. Aquí está…

JOSE LUIS ESPINOSA MORENO
Dirección Comercial y Operaciones Retail/Consumo masivo FMCG/ Farmacia/ Casinos/ Ad. Financiero/Esp. en Marketing/MBA

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